2012/10/02

Trazos trashumantes en dosis diarias (si Alberto está de humor)


(Texto publicado en la revista IN de Lan, julio 2012)


Alberto Montt creció entre libros de Fontanarrosa, el amargado Olafo, la pequeña y sabia Mafalda, el ocurrido Condorito y el clásico Charlie Brown; primero disfrutaba de las historias, luego llenaba cuadernos dibujando a esos seres que lo estaban llevando de la mano al mundo de la caricatura.


Quizá porque no se considera un buen dibujante, prefiere crear personajes con rasgos exagerados, apenas perfilados con tinta para luego escanearlos, darles textura, colores y voz propia en el mundo virtual. Las redes sociales han cumplido un papel muy importante en la difusión de su obra, pero es Dosis diarias, su blog, el mejor medio para acceder a sus caricaturas.


Nació en Quito, ciudad en la que vivió durante 25 años y donde estudió Artes Plásticas y Diseño Gráfico, ilustró dos libros para niños y las páginas de algunas revistas. Viajó a Santiago en 1998, desde entonces es ahí donde reside; en su “periodo chileno” fundó el colectivo Siete Rayas y sus obras se han publicado en varios medios del país del vino. Tras el lanzamiento en Buenos Aires de ¡Mecachendié! -su más reciente libro- bajo el emblemático sello de Ediciones La Flor, piensa en radicarse el próximo año en esa ciudad, pues siente que el público argentino recibe muy bien su obra y el cómic tiene ahí un espacio importante, cosa que aún no sucede en Chile ni en Ecuador.


Montt define a su oficio como “un ejercicio de drenaje y libertad” que le permite estar en contacto consigo mismo, pues es “una herramienta de comunicación que conecta, al mismo tiempo, la mente y el espíritu”. La ilustración es para él, a la par, el vínculo entre su universo personal y el mundo exterior, un puente que le brinda “la posibilidad de complementar y aportar conceptos a un texto acompañándolo emocionalmente”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario