2021/08/05

Para no despertar demonios, los despierto

 Hoy pienso en los que no están, no hablo en términos metafísicos, en los que se fueron abiertamente y en los que dicen cada tanto "estoy, siempre estoy" y mienten. Hoy pienso en las veces que yo misma me fui, de mí, de los otros, y en las veces que no he podido irme por más que lo he necesitado angustiosamente.

Estoy parada en un camino que parece no tener salida, no puedo retroceder, no debo, avanzar es algo que no recuerdo cómo hacer, pero no hace falta: este camino es una banda de aeropuerto, me lleva sin que yo haga más que respirar (y con dificultad, a veces contra mi voluntad). Estoy parada quietecita, como para no despertar a los demonios, pero la vida me sacude con violencia, quiere que grite con todas mis fuerzas y yo tengo los labios sellados.

Hoy pienso en los que no están, en los que quisiera estén pero no están. Hoy pienso en mi ausencia constante, en mis huidas, en mis torpes intentos de regreso. Hoy pienso en las voces que me aturden desde sus silencios, en el silencio mío que dice tanto aunque nadie más pueda entenderlo.

Estoy parada en la banda de aeropuerto y mis piernas no resisten más. Estoy cansada, quiero dejarme caer, quiero hacerme bolita y sellar también mis ojos y oídos por un momento. Quiero dejarme caer pero mis piernas cansadas son también necias: ni siquiera se doblan un poco, no se mueven, no se separan la una de la otra y ninguna del suelo.

Hoy entiendo que el camino está, que estoy conmigo, que quienes están cuentan, que las ausencias son crédito a favor. Hoy entiendo, siempre entiendo, pero no me sirve de mucho hacerlo, porque pienso en los que no están y me quedo parada en este camino-banda de aeropuerto.

2021/08/03

Las potentes letras de Ampuero

Muchas veces se ha dicho que los libros son puertas, lo que nadie puede asegurar es qué hallaremos detrás de ellas. En mi momento actual, tengo la sensibilidad a flor de piel (insisto con los lugares comunes, lo sé, pero mi imaginación tiene patitas cortas en estos días, pasa lo mismo con mi léxico), así que tenía una disyuntiva respecto a un libro del que había leído muy buenos comentarios, pero siempre enfatizando en su dureza, pues me atraía enormemente y –a la par– me preocupaba la posibilidad de que un texto así pudiese roer más mi ánimo. Más pudo la atracción: hace poco terminé de leer Sacrificios humanos, de María Fernanda Ampuero, y fue una gran decisión.

No es fácil escribir cuentos, a veces tampoco es sencillo leerlos, es que requieren condensar todo y, paradójicamente, expandir todo tanto como se pueda. ¿Qué implican esos dos "todo" a los que me refiero? En el primer caso, se incluyen acciones, personajes, escenarios, tiempos, en fin: los recursos técnicos. El segundo todo se centra en las emociones, la capacidad de transmitir ideas y sensaciones, así como de conmover de tal forma al lector para que genere las suyas (que, como es sabido, no siempre coinciden con las del autor). No es fácil, Ampuero lo logra de forma impecable.

Cuando se trata de creaciones estéticas humanas, hay quienes hacen una división: artistas y escritores, suelen decir, pero esa división no cabe cuando en un libro se pinta, se compone, se entona, se esculpe, se crea y recrea tanto como en cualquier otra arte, ¿cómo?, entre varios otros recursos, por medio de imágenes (en el amplio sentido de la sensorialidad, es decir, imágenes literarias) dibujadas con palabras. María Fernanda es una artista y su más reciente obra es arte, sin duda. Solo una artista como ella es capaz de elevar el espanto a lo estético, lo brutal a lo bello, y de generar reacciones físicas en quien lee su obra: respiración acelerada, ojos abiertos al máximo, mano a la boca para tratar de contener la expresión de sorpresa.

Y como todo gran libro, en este también se nota la mano de su editor (o editora, lamentablemente su nombre no consta, por eso tampoco yo lo menciono): el orden de los cuentos, por mencionar un detalle, es un gran acierto. "Biografía" abre un conjunto de doce que se cierra con "Freaks": dos historias potentes, la primera causa la necesidad de cerrar el libro para hacer una pausa, respirar profundo e ir por más; la segunda es un final indiscutible, el cierre perfecto para este puñado de sacrificios humanos, pues delinea en medio de la tragedia de sus personajes su salvación.

¿Disfruté igual de todos los cuentos? Casi. Uno me gustó un poco menos, pero no porque encuentre en él  una calidad distinta, sino porque quizá interpreté mal el final y para mí son muy importantes los finales de cuentos y novelas. ¿Algún cuento me gustó más que los otros?, difícil decir que sí, porque disfruté mucho de toda la obra, así que aquí podría mencionar once títulos, pero ya que antes me referí brevemente a dos, acá voy a sumar uno, "Pietà", y le agregaré la transcripción de una anotación que hice al terminarlo de leer: "hi-jue (el final: hi-jue)", así de coloquial, así de espontáneo, así de necesario fue sintetizar lo que me produjo esa historia que, para mí, logró su clímax en el cierre.

Los gustos literarios, al igual que todos los demás, son muy personales, pero me atrevo a recomendar universalmente la lectura de Sacrificios humanos, y de paso planeo mi próxima adquisición literaria: Pelea de gallos, es que me quedé con ganas de más.