Reseña de la obra ganadora del premio Darío Guevara Mayorga 2015
El rostro fuerte de un mamífero,
quizá poco conocido para nosotros y hábilmente recreado por Marco Chamorro, es
la puerta de entrada a la novela Viaje al
cráter de Ngorongoro. Dos historias aparentemente inconexas, la de un ñu y
la de una periodista, se entrelazan en medio de un exuberante paisaje africano.
Alina Ubilla, joven reportera ecuatoriana está siguiendo con su equipo la
migración de una manada de ñus, liderada por Orcux. Ambos personajes enfrentan
momentos decisivos en sus vidas, deben dejar atrás las ausencias y los miedos
que podrían ser obstáculos para llegar al objetivo de ese trayecto que,
casualmente, están compartiendo.
Hans Behr presenta a sus lectores
una interesante investigación que le ha permitido no solamente crear personajes
humanos con emociones a las que es fácil vincularnos, sino que ha logrado que podamos
ver varios aspectos de la realidad por medio de la interacción de animales poco
conocidos en este lado del Mundo, como las hienas, las cebras, los cocodrilos y
los ñus.
La solidaridad, la lucha por la
supervivencia, el sacrificio a favor del colectivo y una razón sólida para cada
acto pueden verse a lo largo de la obra de tal forma que cualquiera de sus
escenas deja de ser un cuadro de documental para convertirse en un episodio muy
rico en contenido. No se trata de una novela de héroes y villanos, es una
historia de personajes en la que cada uno de ellos juega un papel importante
para lograr mantener el equilibrio en una lucha permanente en la que todos
–animales y humanos– pueden cambiar su rol de víctimas a depredadores, si las
circunstancias y el bienestar de sus compañeros de camino se lo exigen.
Cada paso en la carrera por la
supervivencia de la manada de ñus halla su paralelo en los intentos de Alina,
la periodista, por recuperarse de eventos de su pasado que la marcaron y aún no
ha logrado superar. La intensidad de los instantes narrados y la acertada
descripción de los escenarios generan una necesidad en el lector: debe avanzar
tan rápido como la manada, al ritmo vertiginoso del helicóptero desde el que se
filma todo; no se puede detener, porque los pensamientos de Alina no paran y
Orcux sabe que solo podrá descansar cuando haya llevado a los suyos a su
destino.