Escribo cuando me falta el aire, cuando olvido cómo respirar.
2013/11/25
(no se me ocurre un título)
y qué si pinto una mentira de colores
y qué si es verde mi azulnostalgia
escribí y taché en el aire, porque el papel ya no aguanta nada
no pierdo porque mi juego es otro
me salgo de las líneas porque me da la gana
elsinsentido lo abarca todo
callanycallantodaslaspalabras
2013/11/24
cortitos (IV)
DE COLORES VARIOS
Dicen que los sueños nos esperan colgados en las nubes que guardamos bajo la cama.
- - -
el infinito se resume en una hoja en blanco.
- - -
desnuda de dudas juega entre las estrellas mi alma (que nadie la cubra, que la dejen en paz)
- - -
escribir para espantar fantasmas, escribir para limpiar el alma, escribir para abrir puertas y caminos, escribir para respirar.
- - -
la piel se renueva a diario, por eso siempre será un territorio a ser explorado.
- - -
vuelo cósmico (entre el frío y la neblina me abro paso hasta tu ombligo) *loopingtheloop*
- - -
por ahora no creo necesario aterrizar, los seres pedestres compran máscaras y discursos, todos en el mismo lugar.
- - -
esta noche dormiré entre los brazos de esa sombra en la que te has convertido. mañana me iré, otra vez, sin que te des cuenta.
- - -
sé beber(te) muy despacio y me embriago cuando la sangre se vuelve vino en los labios que muerdo.
- - -
ganas de pintar con los dedos, ganas de hallar(te) mi lienzo.
- - -
y, sin embargo, me pierdo cada vez que te hallo...
- - -
mundo destartalado, mundo de muchos pupos y pocos cerebros, mundo sin ton ni son... ¡mundo que da vueltas tan campante mientras yo me mareo!
- - -
dibujos en la piel que solo tu sombra puede ver...
- - -
cada palabra que borro es tu nombre
- - -
así, de puntillas, se va y viene la vida...
- - -
me recuerdo perdida en tus ojos... creo que es ahí en donde debo hallarme.
- - -
y así, como si nada, vino la risa a espantar las nubes de mi cara. no me interesa leer el parte meteorológico de mañana.
- - -
Ven, vamos a escribirnos en la piel todas las preguntas y a borrarnos de la mente todas las respuestas.
- - -
Ven, vamos a escribirnos en la piel todas las preguntas y a borrarnos de la mente todas las respuestas.
cortitos (III)
DE SILENCIO
esta noche no hay gotas que cuenten historias ni viento que grite algún nombre. esta noche el silencio dibuja en mi piel todas las letras.
- - -
tu silencio es mío... vos llenas mi silencio.
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mi piel grita el nombre que le he prohibido pronunciar a mi lengua (este silencio sonoro es la prueba más clara de que la luna siempre es nueva)
- - -
en esta ciudad de ceniza también llueven silencios...
- - -
esta noche grito para que no me escuches.
cortitos (II)
DE PERSONAJES DE CUENTO
y el Minotauro, asustado, sabe que se perderá fuera del laberinto.
- - -
Vuele a la dimensión que vuele, siempre aparece el conejo (y yo que pensaba que se había quedado al otro lado del espejo)
- - -
Que soy un hada de fuego dices... Eso me gusta *parece que nacerá un cuento*
- - -
y entonces entendí que era cierto: todo un mundo se descubre si sigues al conejo.
- - -
él es un duende con alma de espuma, un jaguar con voz de viento, un personaje de cuento que en el medio del ombligo lleva un beso de la luna
- - -
Por más negra que sea, una oveja siempre será una oveja.
2013/11/22
caminar con placer...
caminar por calles vacías mientras el viento juega con mi falda y enfría mis labios con sus besos.
caminar entre las piedras del río que con su canto me invita a recostarme sobre él para oler mi cabello.
caminar despacio por el sendero nuevo que me seduce y me invita a recorrerlo.
caminar con los ojos cerrados, con los pies quietos... caminarme y caminarte luego.
2013/11/21
25 de noviembre (II)
He viajado en bus y en taxi: he sido agredida como pasajera, como mujer.
He caminado por las calles de Quito: he sido agredida como peatona, como mujer.
He sido incluida en generalizaciones y etiquetas absurdas ("todas", "hippies", "progres", entre otras): he sido agredida como individuo, como mujer.
Hace un año me enfrenté por primera vez con la violencia directa, enfocada no a "una" pasajera, a "la" peatona, a "todas" las que no son como las pequeñas mentes creen que es aceptable. Hace un año fui violentada como la mujer múltiple que soy.
"Esa hija de puta", "la perra esa", "está loca", "ya le mandé a la verga", decía el caballero andante -entre otras palabras que al final lo definen a él, no a mí- en un mail que nunca imaginó que yo leería, pues me lo reenvió (por solidaridad de género) la persona a quien estaba dirigido, alguien que nada tiene que ver conmigo. Cada línea fue una bofetada. La "maravillosa mujer" a la que él había estado conquistando desde hace algunos meses, esa mujer a la que abría la puerta del auto y a la que besaba con ternura infinita se volvió su enemiga en el instante en que publicó un texto, lo leyó la pareja (novia, amante, ex, conquista, o algo así) de esta versión tardía de Dr. Jekyll y su máscara cayó... No, yo no sabía que tenía pareja (en algún momento supe que flirteaba con alguien y me alejé, pero si el caballero de brillante armadura y con exquisito gusto musical había vuelto a "rondarme" seguro era porque no tenía una relación. ¿Ingenua? tal vez, o tal vez no quería ver más allá, es que mis grandes errores fueron asumirlo honesto y estar absolutamente seducida, casi enamorada).
No, no fui golpeada. No me gritaron. No minaron mi autoestima sistemáticamente. Fui insultada de una forma patética, con la cobardía que suele caracterizar a los "pasivos agresivos". Y me derrumbé: nunca había sido tratada así, nunca había visto transformarse a un personaje casi perfecto en un ser horrible desde el alma... Quienes me acompañaron en ese momento lo saben: tuve miedo de salir a la calle y encontrarlo, tuve miedo de ese desconocido que sabía tanto de mí... Quizá para el mundo sea difícil entender: se considera que la violencia es la que se ejerce con las manos o con gritos; no recibí un manotazo ni me insultaron mirándome a los ojos y en voz alta, pero yo fui violentada. Lo que yo sentí en ese momento fue mucho más allá de la decepción, estaba profundamente triste y muy asustada: si el hombre amable, delicado y romántico de pronto explotó y se refirió a mí con tanta ira, ¿qué impediría que, ya sin máscara, expresase su enojo con otras formas de agresión?
Pasó un año, la depresión y el miedo duraron tres días, se curaron con los abrazos de mis amigos, con esas palabras que me permitieron abrir los ojos y recuperar mi fortaleza. No he sabido nada más del personaje. No lo odio. Escribo esto porque ese episodio de mi vida fue una lección, fue un punto de partida y la posibilidad de entender que la violencia contra la mujer no se limita a un plano y todas estamos expuestas a ella: puede venir de quien menos lo imaginamos y su alcance depende de nosotras. Callarnos no es una opción sana: hay que alejar al agresor y liberarnos de las sombras que nos deja en el alma.
2013/10/01
Colección de insectos
Como todas las mañanas, el despertador me obligó a abrir los ojos; el mundo se veía raro, como si estuviese cubierto todo de vidrio.
Pellizqué mi brazo para despertar, porque era un sueño... pero no: estaba dentro de un frasco de mermelada y, desde mi cama, me miraba un gigante escarabajo.
veo fantasmas
Extrañamente, no estaba asustada cuando me vi rodeada de fantasmas, pensé que habían hecho una reunión en mi cuarto, así que decidí no estorbar e irme a la sala. Al salir, atravesé la puerta.
2013/09/30
OMATUKI SE PIERDE EN LA SELVA (La historia de mi abuela sabia)
En el mundo hay un tesoro, un lugar en el que conviven
pumas, tigrillos, perezosos y monos; si uno mira hacia arriba, puede hallar
papagayos, tucanes y colibríes; en el suelo, en el agua, entre las plantas hay
ranas, boas, tortugas, nutrias, caimanes, mariposas, escarabajos, cigarras y
muchos otros animales. Hay árboles inmensos, lianas fuertes y orquídeas de
colores. Es un parque natural muy grande, se llama Yasuní.
Aquí, en el Parque Nacional Yasuní, vivimos muchas
personas: los waorani, los tagaeri y los taromenane somos nativos de este
territorio; otros, a los que les llaman colonos, vinieron a trabajar en los alrededores. Respetamos a todos
los seres vivos que comparten este espacio con nosotros, por eso se mantienen
sanos los animales y las plantas crecen libremente. En otros lugares, cuentan
los colonos, la gente está triste porque cada vez hay menos plantas y los
animales se mueren.
No sé si los niños que viven lejos de la selva sepan
lo importante y hermoso que es el Yasuní, a veces me gustaría que todos escuchen
a mi abuela para que puedan aprender lo que ella nos enseña. Ella es una mujer
sabia, es que ha vivido más años que todos y aprendió muchas cosas desde niña,
gracias a que siempre le prestó mucha atención a su abuelo, que también era
sabio, porque era el más viejo de la comunidad. Me gusta sentarme frente a ella
cuando nos cuenta las cosas importantes de la vida e imaginar lo que nos va
narrando, aunque a veces me asusto un poco, especialmente cuando nos habla de
animales con dientes grandes y fuertes, como el jaguar.
Mientras afuera llueve, porque aquí llueve mucho,
ella les enseña a las mujeres los secretos de las plantas con las que cocinan y
luego nos llama a todos los niños para hablarnos de la historia de nuestro
pueblo y de las cosas que hacía cuando ella era pequeña. Ayer, después de que
los hombres salieron a buscar comida, mi madre comentó que había visto a un venado
colorado cerca de la casa, la abuela dijo que ya debía estar lejos, pero que si
alguno de nosotros lo ve, no debe molestarlo.
“Los espíritus de la selva se presentan en forma de
animales, plantas, ríos o gente de paz y son los que nos mantienen a salvo de
las cosas malas”, dijo mi abuela y luego nos invitó a sentarnos cerca de ella
para narrarnos una historia y explicarnos mejor lo que había querido decir:
Omatuki
escuchaba siempre con atención a su abuelo Apa, le gustaba aprender y esa era
la mejor forma. Él le había contado que las plantas que los rodeaban, los
animales y los ríos estaban ahí para protegerlos del humo negro que enfermaba a
la gente que se alejaba de la selva.
“El águila
lo ve todo desde lo alto, cuando se acerca es para que sepamos que algo malo
puede pasar”, decía Apa, por eso Omatuki miraba todos los días al cielo y sonreía
cuando veía pasar al águila muy arriba. Pero el anciano también le había
enseñado que era muy entretenido detenerse a mirar el suelo: saltamontes,
hormigas, escarabajos, gusanos y muchos otros bichos pequeñitos se movían
alegremente entre las hojas caídas y luego trepaban por los troncos de árboles
inmensos.
Cuando
acompañaba a su madre a traer agua del río Tiputini, veía cómo entre las flores
de colores los colibríes y las mariposas parecían bailar al ritmo del canto de
los pájaros, que estaban escondidos en las copas de los árboles. Los monos
también se movían mucho, brincaban de rama en rama y a veces se acercaban a las
casas y espiaban con mucha curiosidad a las mujeres que preparaban la comida
con los frutos y animales que los hombres traían luego de la cacería.
Omatuki permanecía
siempre cerca de las personas mayores, como las otras niñas y los niños de su
comunidad, pero a veces le llamaba la atención alguna mariposa o un leoncillo
juguetón y se iba detrás de ellos como encantada por sus movimientos. Una mañana,
vio que sobre una orquídea se posó una mariposa de colores brillantes que
parecía tener ojos en las alas, quiso comprobar si era posible que una criatura
viese con sus alas, así que se acercó. El movimiento de Omatuki espantó al
insecto y este voló en dirección a otra flor.
La niña
caminó más rápido, quería ver de cerca las alas con ojos, pero la mariposa
seguía escapando y así ambas se alejaban cada vez más de la casa. Tropezó con
una piedra grande y eso le distrajo de su objetivo, fue entonces cuando se dio
cuenta de que no sabía en dónde estaba. Miró alrededor y todo se parecía:
vegetación espesa e insectos atareados por todos lados.
Al principio
se sintió muy angustiada y estuvo a punto de llorar, pero recordó las palabras
de Apa: “toda la selva es nuestra casa, todos los seres que la habitan son
nuestra familia”. Más tranquila, se sentó en la piedra con la que había
tropezado para pensar en una solución a su problema. Escuchó que algo se movía
entre las ramas de uno de los árboles cercanos, cuando alzó su vista vio a un
mono araña, el animalito se detuvo un momento y luego bajó hasta donde estaba
ella.
“¿También
estás perdido?” le preguntó Omatuki al mono, “no te preocupes, nos haremos
compañía y nada malo pasará”, este se trepó en la cabeza de la pequeña y le
hizo cosquillas en el cuello con su cola. Ella rió y le ofreció una hoja de las que estaban
en el piso. El animal dio un salto y se paró frente a la niña, con su mirada
parecía invitar a Omatuki a seguirlo, así que también ella se puso de pie y decidió
dejarse guiar por su peludo amigo.
Entre risas,
saltos y volteretas, la niña y el mono –sin darse cuenta- habían tomado un
camino que llevó de vuelta a Omatuki a su casa. Al llegar, la madre de la
pequeña estaba parada en la puerta, llamándola, y sonrió al verla. El animal se
trepó en el hombro de la pequeña aventurera y entraron.
La comida
estaba lista, Omatuki tomó de su porción un trozo de yuca y se lo ofreció al
monito, este lo agarró sin dudarlo y, después de hacerle nuevamente cosquillas
con la cola, de un brinco se fue hacia la puerta y regresó a la selva.
“¡Gracias!” gritó la niña y se despidió de su amigo haciendo un gesto con la
mano. Luego contó su aventura y el abuelo acarició su cabeza mientras les decía
a todos: “nunca olviden que si cuidamos nuestra casa y a nuestra familia,
estaremos siempre protegidos”.
“¡Qué historia
tan bonita!”, exclamé. Mi abuela sonrió y nos dijo que salgamos a jugar, pero
que nos quedemos cerca. Se puso de pie y fue hasta donde estaba la comida, tomó
un trozo de yuca, salió y lo dejó sobre una roca grande que estaba a unos
metros de la puerta.
2013/04/16
Gregorio Samsa y los demás
"Érase una vez una cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha."
(Y así -como si nada y sin sospecharlo- Borges, Cortázar y Kafka son coautores de este microcuento de Monterroso. Si hay un oficio solitario y, a la par, colectivo, es el de los escritores).
2013/04/15
Para Julián :)
Te imagino con un botón en la cabeza y un ojal en las rodillas, para abrocharte como bolita cuando se acerque una tristeza.
Te imagino con piernas laaaaaaargas, para saltar de un mundo a otro o correr cuando tu mami te persiga con la sopa o una camisa nueva.
Te imagino con ojos grandes para hallar hasta el más pequeño caramelo, para cerrarlos fuerte cuando el mundo se llene de cosas feas.
Te imagino con manos fuertes, para agarrarte de tus sueños y sostener los momentos mágicos del universo loco que te espera.
Te presiento abrigadito, lleno del amor que un día te dio forma y que en tu cuerpo pequeñito se multiplica como esas nubes que dibujan para ti historias bellas.
Te quiero porque quiero a tus papás, a tus abuelos y ellos te aman desde antes de saber que ya eras vida. Te quiero y ya quiero verte, Principito que ha venido a alegrar este planeta.
2013/03/30
tictactic-tac
No es un tema nuevo, el asunto del tiempo y el destiempo son recurrentes en mi cabeza y en mi vida, no entiendo cómo algo tan abstracto nos puede gobernar de esa manera... Claro que esto nos remite al asunto de los encuentros y los desencuentros: la lógica dicta que para que se produzca un encuentro debe haber coincidencia de tiempos, pero la lógica es uno de los inventos más absurdos de la humanidad, los encuentros se producen cuando no hay parámetros de por medio, ni espaciales ni temporales, si no no serían encuentros, serían una permanencia conjunta en un lugar del tiempo... aburrido. Los desencuentros, en cambio, sí requieren coordinación entre los tiempos, pues si no se logra evitar una coincidencia, son encuentros reiterada e infelizmente producidos...
Qué tirano es el reloj cuando quieres eternizar los momentos... Qué invento tan absurdo: contar, contar, contar sin parar el tic tac de una máquina que no hace más que repetir movimientos (y una vez más: ¡malditos círculos!). No sé, los cronómetros para las carreras, para llegar a un punto impuesto, a mí no me molesten con sus apuros y sus reglas, porque mientras lo hacen se les va el tiempo...
2013/03/04
Latinoamérica aún tiene mucho que contar
Artículo publicado en la edición de marzo 2013 de la revista Nuestro Mundo
El fenómeno literario que se conoció como el Boom Latinoamericano
abrió las puertas del mundo a la narrativa del subcontinente. Medio siglo
después, nuestra prosa sigue atrayendo a los lectores del mundo y se publica
-entre otros idiomas- en inglés, francés, italiano, portugués y alemán.
Hasta la década de los 50, parecía que, para el resto del planeta,
en Sudamérica “El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre,
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”, tal como se describe en Cien años de soledad el inicio de un
mundo tan real y mágico como todo el subcontinente. Pero a inicios de los 60, algunos escritores "no solo veían las imágenes de sus propios sueños, sino que los unos veían las imágenes soñadas por los otros" y empezaron a plasmar en sus obras esa realidad onírica circundante.
Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario
Vargas Llosa y Carlos Fuentes son los nombres de esos autores que lograron lo
que hasta entonces no había sucedido: que la
narrativa de América Latina empezase a cobrar notoriedad y que se valorase su
calidad al punto de darle un lugar importante dentro de la literatura mundial. Por
muchos años, fueron esos nombres y los de otros escritores destacados, como
Jorge Luis Borges, Juan Rulfo y Alejo Carpentier, los que dieron a conocer la
particular cosmovisión latinoamericana al mundo. Incluso ahora, medio siglo
después, lectores de diversos países se siguen maravillando con novelas como Rayuela, La ciudad y los perros o La
muerte de Artemio Cruz.
Pero ¿qué ha pasado con la literatura del subcontinente en estas
últimas décadas? ¿Siguen siendo el realismo mágico o la introspección sartreana
los ejes de nuestra narrativa? Las respuestas van de la mano con la historia
reciente: exilios, guerras internas, narcotráfico, corrupción gubernamental y
una lucha constante por la reivindicación de la mujer dentro de la sociedad han
sido los acontecimientos que han marcado el final del siglo XX y el inicio del XXI
en Latinoamérica y –por tanto- la evolución de su arte. Marcela Serrano,
Roberto Bolaño, Santiago Roncagliolo, Ángeles Mastretta, Juan Gabriel Vásquez,
Fernando Iwasaki, Gioconda Belli, Santiago Páez y Rafael Lugo son algunos de
los representantes de esa narrativa contemporánea que nos retrata de una manera
quizá menos elaborada o experimental, pero tan atractiva como la de sus
antecesores.
Aunque es arriesgado, e incluso irreal,
hablar de una nueva corriente literaria, es evidente que en la mayoría de obras
“posboom” ha habido una tendencia a recuperar la sencillez como recurso
narrativo; es decir, las novelas de esta etapa le apuestan al estilo directo,
fácil de leer. Los personajes se alejan de esa aura etérea que distinguía a
muchos de los protagonistas de las historias del Boom, ahora son más “terrenos”.
El peruano Fernando Iwasaki ejemplifica a la perfección esto en El libro del mal amor, cuyo narrador
protagonista es un joven que cuenta hilarantes momentos de su vida relacionados
con fallidos intentos de conquista, de ahí el nombre de la obra.
La inquietud por explorar y dar a conocer el
universo femenino en general y de la mujer latinoamericana en particular ha
sido el punto de partida de importantes obras de este tiempo. La mujer habitada es una historia en la
que Gioconda Belli fusiona dos épocas -momentos de lucha y resistencia social-
en Lavinia, una joven arquitecta que descubre dentro de sí la esencia de Itzá,
una guerrera náhuatl, y con esa fuerza participa en el proceso de liberación de
su país de la tiranía de su gobernante (hecho que refleja la realidad nicaragüense
de la década de los 70). Marcela Serrano -autora de Nosotras que nos queremos tanto y El albergue de las mujeres tristes, entre otras novelas- y Ángeles
Mastretta –que con su libro Mal de amores
fue la primera mujer en hacerse acreedora al premio Rómulo Gallegos- se centran
en ese redescubrimiento de la mujer en el que, en primer término, se enfrenta
consigo misma para dar pasos firmes en el camino hacia la reivindicación de su
capacidad de asumir más roles de los que hasta hace algunos años la sociedad le
permitía.
Santiago Roncagliolo, Juan Gabriel Vásquez y
Rafael Lugo están en el grupo de los más jóvenes, en la treintena o apenas
saliendo de ella, lo que los aleja un poco de temas como el exilio y la
subversión relacionada con ideologías políticas. El peruano Roncagliolo se
convirtió en 2006 en el autor más joven galardonado con el Premio Alfaguara,
por su novela Abril rojo, obra que,
al igual que El ruido de las cosas al
caer (Premio Alfaguara 2011) -del autor bogotano Juan Gabriel Vásquez- usa
la investigación detectivesca como nexo entre la ficción de sus obras y los
fragmentos/retratos de la realidad de sus países. Lugo dibuja en 7 el perfil de un personaje marginal: un
loco que huye de la cordura y busca enredarse en excesos, pero al mismo tiempo
permite ver la “cara oscura” de la clase media alta de Quito, la ciudad en la
que nació y vive este escritor.
Entre la ciencia ficción y la novela policial,
el quiteño Santiago Páez es el creador de una tetralogía que evidencia varios
rasgos de su formación académica (estudió Derecho, Antropología, Comunicación y
Literatura). Crónicas del Breve Reino
es un conjunto de cuatro pequeñas novelas -la primera es una narración histórica, la segunda policial, la tercera de aventuras y la cuarta de ciencia ficción- que se entrelazan por medio de la
repetición de personajes y escenas para formar una sola.
Pero de entre todos los autores
latinoamericanos que se han destacado luego del Boom, sin duda Roberto Bolaño
ocupa un sitial muy especial. Los
detectives salvajes, 2666 –publicación
póstuma, pues este chileno murió prematuramente en 2003- y Estrella distante son tres novelas suyas que están entre las
primeras 15 de las 100 mejores obras en español de los últimos 25 años, lista
elaborada por varios escritores y críticos literarios. La pasión de Bolaño por
la literatura se refleja en el conjunto de sus creaciones, de hecho es un tema
constante en sus escritos. Cuenta la voz narrativa en el breve y magistral párrafo
que da inicio a Los detectives salvajes:
"He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por
supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así."
Huellas de mujer que hacen camino
Artículo publicado en la edición de marzo 2013 de la revista Vamos
El rol de la mujer en la sociedad ecuatoriana se ha diversificado,
pero aún hay mucho camino por recorrer, una clara evidencia es el reciente
proceso electoral de febrero. Seis de los ocho candidatos a vicepresidente eran
mujeres; no obstante, la atención se centró en los candidatos a la presidencia,
todos hombres, o en los dos candidatos masculinos a la vicepresidencia.
---
- La población del Ecuador está constituida en un 50.44% por mujeres, de acuerdo al más reciente censo de población realizado por el INEC (2010).
- “En general, los cargos importantes en el sector público y privado son ejercidos por hombres. A las mujeres aún se nos ve como personal de apoyo” María Dolores Miño
- La edad, así como su estado civil, número de cargas familiares y apariencia afectan la posibilidad de algunas mujeres de conseguir trabajo.
“Detrás de un gran hombre está una gran mujer” se decía con
frecuencia hasta no hace mucho, relegando así a las féminas a un eterno papel
secundario en la historia. En Ecuador, la aplicación de esta frase era evidente
incluso en el Código Civil: “en los años 70, las mujeres no podíamos
representarnos a nosotras mismas, sino que necesitábamos la autorización de
padres, hermanos o esposos”, comenta la antropóloga especialista en Género y
Derechos de las Mujeres Saraswati Rodríguez. En dicho contexto, si bien muchas
mujeres contaban con educación superior y algunas trabajaban fuera de casa, se
asumía que no estaban capacitadas para ocupar los mismos cargos que los
hombres.
Con la Ley de Cuotas Políticas, promulgada en 1998, se abrió un
espacio antes muy limitado para la participación femenina en los cargos de
elección popular: un porcentaje de mujeres debía ser parte de las listas. En
2008 se estableció la alternancia, es decir que por cada hombre optando por ser
elegido debe haber una mujer. En cuanto a políticas públicas específicas para
tratar asuntos de este sector de la población, “hasta 2009 el Consejo Nacional
de la Mujer (CONAMU) era el órgano rector en materia de género en el país. En
ese año, mediante Decreto Ejecutivo se ordenó que se iniciara un proceso de
transición con miras a la creación de un Consejo de las Mujeres e Igualdad de
Género”, explica María Dolores Miño, abogada especialista en Derechos Humanos y
Relaciones Internacionales.
Sin embargo, el mayor nivel de inclusión de la mujer en la vida
pública no ha significado la abolición de la discriminación y menos aún de la
violencia relacionada con género. “El último informe del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de la ONU se refirió al tema indicando que los
estereotipos de género colocan a la mujer en una situación de inferioridad, pues
existe una brecha en la participación en el mercado laboral, así como existe
violencia y abuso sexual en el ámbito educativo”, dice la abogada. Refiriéndose
a la situación específica de Ecuador, comenta que “el último Índice de
Desigualdad de Género, publicado por Naciones Unidas en 2011, ubicó al Ecuador
en el puesto 83 de 187 países en cuanto a igualdad de género”.
Uno de los mayores conflictos con los que lidian actualmente las
ecuatorianas es la violencia. De acuerdo con los datos que proporciona el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en su página web, seis de
cada diez mujeres en Ecuador han sido violentadas ya sea psicológicamente,
físicamente, sexualmente o afectadas en su patrimonio. “En ciertos casos las
mujeres sufren una doble victimización, por ejemplo cuando pertenecen a
minorías étnicas o grupos económicos vulnerables”, dice Miño. En 2012 se
dispuso que las 38 Comisarías de la Mujer se conviertan en Juzgados de
Violencia Intrafamiliar, con el fin de crear un sistema integral de atención a víctimas de violencia de género, lo que para la antropóloga ha significado
“retroceder diez años, al menos” en materia de protección a la mujer, pues en
el proceso de transición el trabajo se ha frenado.
Respecto a la discriminación laboral, Rodríguez expone que “el
argumento para no contratar una mujer está vinculado con su tarea de madre y
los costos en términos de salud sexual y reproductiva que esto implica, pues
las mujeres que optan por la maternidad requieren seguro privado y un tiempo de
lactancia”. Miño comenta que tanto la Constitución como el Código de Trabajo
protegen a la mujer de un trato discriminatorio y más aún en periodos de
embarazo y lactancia. No obstante –pese a las regulaciones- “existen aún
diferencias importantes en cuanto al acceso al trabajo, el trabajo doméstico casi
en su totalidad es realizado por mujeres y, de acuerdo al Comité de Derechos Económiocos,
Sociales y Culturales, las diferencias en cuanto a remuneración siguen siendo
notables” explica.
Pero, superando las trabas, cada vez son más las mujeres que
incursionan en roles que no necesariamente descartan a los que la sociedad
tradicionalmente les ha otorgado: hijas, esposas, madres. De acuerdo a la Encuesta
de Uso del Tiempo (EUT) más reciente -realizada por CONAMU, INEC y UNIFEM en
2005- en 1980 las mujeres que participaban en la actividad económica del país
eran el 16.9%, mientras que para 2005 este porcentaje se incrementó al 33.5%;
actualmente, el 47% de mujeres trabajan, en comparación al 71% de hombres en el
mercado laboral, según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
La EUT, además, dio a conocer que los hombres trabajaban al menos 18 horas
semanales menos que las mujeres, en una medición que incluyó labores no
remuneradas, es decir el trabajo doméstico.
Dentro de casa también se ha desbaratado el mito del “sexo débil”,
si bien la fortaleza física y ciertas aptitudes son diferentes entre los
géneros, ahora es mucho más común que se compartan roles o, ante la ausencia de
una pareja, que las mujeres afronten solas responsabilidades como la crianza de
sus hijos. Es que la mujer no se limita ni se detiene frente a los obstáculos,
está consciente de que ha ganado terreno, pero aún falta mucho por hacer, así
lo explicó en el siglo pasado la escritora y filósofa Simone de Beauvoir: “Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha
podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único
que puede garantizarle una libertad completa”.
Ingenieras, doctoras, policías, hay mujeres desempeñándose en las
más diversas profesiones, aunque todavía hay un trecho por recorrer en cuanto a
la asimilación cultural de esta realidad. “En el ejercicio del derecho, que es
mi área profesional se ve mucho esto. Cuando vas a hacer un trámite y te tratan
de “niña”, o “doctorita”, de alguna manera están menospreciando tu condición de
profesional mediante actitudes paternalistas que finalmente pretender decir que
no estás suficientemente calificada”, expone María Dolores Miño.
Muchas mujeres han sido protagonistas de la historia,
entre ellas están Matilde Hidalgo, primera ecuatoriana en obtener un doctorado
en Medicina y primera latinoamericana en ejercer el derecho al voto; la
militante comunista y primera diputada en nuestro país Nela Martínez; Tránsito
Amaguaña, símbolo del movimiento indígena y pionera de la educación bilingüe
(kichwa - español) en nuestro territorio, y Mariuxi Febres Cordero, cinco veces
campeona sudamericana de natación. Ahora, en el siglo XXI, miles de mujeres son
parte de ese gran grupo femenino que ha decidido dejar su huella a cada paso.
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