(texto escrito a propósito de los incendios forestales en Quito)
Solía perderme mirando el fuego, me extasiaba verlo danzar, a veces tenía ganas de acercarme más y más: algunas veces lo hice y quemé mis dedos...
Hoy siento una tristeza tan grande, llueven cenizas: el fuego se está tragando la vida de la ciudad, su danza es cruel en extremo... ¿qué haremos sin cada una de las hojas de cada uno de esos árboles que ahora están muertos?
muero un poco más cada segundo, muero de pena y de cenizas en mi pelo.
en cada ceniza un asomo de vida que crece en la mirada del otro, en el fuego del otro que pronto será ceniza también, en ese baile cíclico y tenaz de la existencia.
ResponderEliminar"el fuego del otro que pronto será ceniza también"... ahora esas cenizas son tan ciertas, tan ahora, tan saber que hay fuegos tan pobres que apenas duran lo que una chispa...
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