Un punto final es siempre un punto de partida. Eso de la circularidad es un eterno conflicto para mí; sin embargo, no puedo negar que lógica sí tiene eso de que el mundo, la vida, los seres cumplimos ciclos, empezamos otros, los cumplimos, empezamos otros...
Tengo frente a mí una puerta abierta, una ventana inmensa y uno que otro agujerito que me ofrecen múltiples posibilidades. A veces pienso en detenerme y lo hago, aunque el lapso es corto -más si no hay motivos/seres que me frenen con fuerte sutileza-: no puedo quedarme porque mi espíritu demanda libertad; pero no es fácil decidir, son muchos los caminos, el cielo es inmenso, a veces vuelo mejor en compañía, otras me falta el aire y necesito moverme solaconimgo.
Vuelvo al punto final: he enfrentado varios y ninguno ha sido tal. Algo, de una manera casi siempre imperceptible, se encarga de darle continuidad a las historias, de conectarlas con otras, de mantenerlas a salvo de ese lugar vacío al que he llamado "olvido". No sé qué vendrá luego, entre figuras geométricas y signos de puntuación, la existencia a veces se vuelve colorida, a veces se complica, a veces tiene sentido, a veces...
Un punto final es un punto (seguido, dos puntos, puntos suspensivos, punto y coma) de partida.
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