2020/11/10

Apuntes sobre la nostalgia (o no)

Escribir la nostalgia es una tarea necesaria, urgente, pero muy difícil de cumplir. ¿Cómo se traduce esa sensación en el paladar (que no en la garganta, porque eso es tristeza y es más fácil de explicar), ese peso en los párpados, ese hilo que atraviesa y junta los labios?

No sé escribir la nostalgia, aunque alguna vez pude, quizá porque la de entonces era una nostalgia clara, sencilla y hermosa; hoy no logro entender a mi nostalgia, apenas la presiento, no sé qué la causa, si es una persona o varias, si es un hecho o la vida entera… Y sí, probablemente es eso: la vida entera y, en ese caso, no es una nostalgia que se pueda retratar con palabras, es un coctel de tristeza, temor, angustia por no poder detener el tiempo y retrocederlo hasta los días en que respirar no daba miedo y abrazar curaba el alma.

Nostalgia o no, igual trato de escribirla y de escribirme con ella, porque hay una palabra que no hallo, pero sé que está clavada en mi paladar o quizá entre mis ojos, y hay más palabras, muchas, que se unen y se adhieren alrededor y sobre mis labios, como una mascarilla de esas que ahora son vitales y que a mí me causan claustrofobia; a esas palabras montoneras más o menos las intuyo, más o menos las agarro y las desprendo como si no tuviese la certeza de que se volverán a juntar para posarse sobre mis labios y sobre mis manos, para volver a complicarme la tarea de escribirme escribiendo a mi nostalgia.