2022/05/26

 Acabo de ver una foto de mi tía con su nuera y su nieta: la luz en sus ojos y la felicidad que desborda me hicieron llorar, es que me alegra tanto saber lo contenta que está y, al mismo tiempo, me entristece mucho ver en la suya la sonrisa de mi mamita, porque a ella ya no la puedo ver sonriendo y porque la extraño un poquito más cada día…

2022/05/14

Me justifico, sí: por qué no me gustó Pelea de gallos

"Todo es cuestión de tiempo", dicen los que saben y yo solo le añadiría el plural. La lectura también es cuestión de tiempos y de destiempos: un libro puede llegar en el momento justo o en el peor de los momentos; se puede disfrutar lentamente o de un solo tirón. Dicho esto, me cuestiono: ¿será que leí Pelea de gallos en un tiempo inapropiado? No tengo una respuesta, sí puedo asegurar que hacerlo en un momento de bajón emocional (el día de la madre, el cumpleaños de mi ma) no sumó.

Esta obra es el primer libro de cuentos de María Fernanda Ampuero y la causa de aplausos, premios, entrevistas y menciones en varios medios nacionales e internacionales; el ejemplar mío es la primera reimpresión mexicana, no sé cuántas se habrán hecho ya en España y cuántas más estén por hacerse (acá, en Ecuador, el libro se agotaba muy rápido, así que se lo encargué a mi hermana cuando estuvo en CDMX), o sea, es un éxito literario y comercial, peeero… a mí no me gustó *inserte emoji de carita con dientes apretados en un intento de sonrisa*.

Debo decir que antes había leído Sacrificios humanos, de la misma autora, y lo amé (quizá esto suene raro, porque es un libro con historias durísimas, de las que cortan el aliento y obligan a abrir exageradamente los ojos y llevarse una mano a la boca, como para contener un grito, pero es todo eso lo que justamente lo convirtió en una de mis lecturas pospandemia favoritas). Disfrutar tanto de un libro hace que, inevitablemente, me quede con ganas de leer más obras de la misma pluma, por eso llevaba mucho tiempo buscando un ejemplar de Pelea de gallos hasta que al fin lo conseguí (a casi la mitad de lo que cuesta aquí: dato intrascendente para mi apreciación de la obra, pero no para mi bolsillo) y creo que la expectativa tampoco sumó.

El primer cuento, "Subasta", no me pareció malo, me causó repulsión (por lo escatológico, no por su calidad literaria, valga la aclaración) y ganas de que lo siguiente me enganchase más. "Monstruos", "Griselda", "Nam", "Crías", "Persianas" y "Cristo" tienen elementos perturbadores (algún personaje o todos, un quiebre de la historia, una sugerencia, el tema general, el ambiente) que sin duda generan algo, mayoritariamente grima, pero –a mi juicio– no llegan a merecer el calificativo de brutales (cosa que sí pasa con cada narración de Sacrificios humanos, y sí, no debería comparar, pero no puedo evitarlo). "Pasión" me gustó, también "Luto", salvo por el final, y esto me hizo pensar que yo le habría sugerido a la autora trabajar más cuentos en la misma línea, para tener un volumen completo solo con historias deconstruidas y reconstruidas a partir de los relatos bíblicos.

Hay cuatro cuentos más: "Ali", "Coro", "Cloro" y "Otra", los leí más rápido que el resto (un cuento por día, no todos los días, es lo que me provocaba el texto) pero no porque me hubiesen atraído más, sino porque ya quería terminar el libro para empezar otro. Tal vez las historias son mejores de lo que yo he podido captar, tal vez mi gusto venía "deformado" por leer antes una novela que, evidentemente, ahonda más en detalles trascendentes antes de llegar a eso que paraliza y obliga, luego, a exclamar: ¡qué buen libro, carajo!, tal vez… Pero lo cierto es que me quedó un sabor a redundancia temática, a justificaciones forzadas (o no desarrolladas, cuando era necesario hacerlo, según mi criterio), a elementos que se quedan colgados, a historias que quizá pudieron ser más trabajadas.

Sé lo que cuesta escribir un párrafo propio (y que cuesta mucho más considerarlo "listo" para compartirlo con algún o muchos lectores) y que resulta bastante más sencillo redactar (en el sentido referido por Morábito, en El idioma materno) sobre la obra ajena, además sé que Ecuador no es un país muy amigable con las artes en general, mucho menos con la Literatura, pero también sé que hay editores con mucha más experiencia que yo y lectores con puntos de vista distintos: no viene mal una voz que discrepe del trabajo hecho con este libro y de las buenas críticas, así que por eso me animé a contar que una obra de autora ecuatoriana, un libro galardonado, un texto muy bien vendido no me gustó.

2022/05/09

Tu cumpleaños sin ti

Hoy cumplirías un año más, mamita; hoy me duele la garganta de tantas palabras que guardo para ti (lo que nunca te dije, lo que siempre te decía) y me duelen los brazos y el alma por todos los abrazos que ya no te puedo dar.

Te extraño tanto, tanto, tanto, ma. Tu cumpleaños, este, no es feliz para mí: ya no tengo la ilusión de ver tu cara al abrir el regalo que habría escogido para ti, ya no llamaremos a los tíos para compartir la celebración con ellos (porque eso era lo más importante siempre para ti: compartir), ya no te arreglaremos para que vayas a tu festejo con tus amigos del grupo, ya no, ya nada. Solo le pido a Dios que me permita ofrecerle mi tristeza enorme a cambio de que tú, en donde quiera que estés, seas para siempre feliz.

2022/05/08

El día de las madres sin la mía…

 Como siempre, tengo mil ideas dando vueltas en mi cabeza y una gran dificultad para ordenarlas, pero necesito escribirlas, como surjan, porque sé que seguiré cargando con ellas, pero tengo la esperanza que anotándolas aquí tal vez se vuelvan menos pesadas…

Ya pasaron siente meses y diez días desde que mi mami murió; siete meses y nueve días desde que dejamos su cuerpo en un cementerio…, la última vez que la toqué fue en la funeraria, poco antes de que empiece el rito de despedida, y el frío que sentí en la punta de mis dedos no se parecía a ningún otro, entonces entendí que solo la ausencia de alma puede helar así: mi mami ya no estaba ahí. Quizá esta certeza fue la que alivió la angustia de la lapidación: no habría podido soportar la tortura de creer que mi mami estaba encerrada en una caja y que la dejaríamos tras una pared para siempre.

Mi mamita ya no habita un cuerpo, no está en una caja, no la encerramos en una tumba oscura y helada: esto es lo que yo creo, esto es lo que impide que me vuelva loca del dolor que ya es demasiado grande por su ausencia, y en esto se origina mi perturbación cuando alguien dice que va a llevarle flores o a visitarla o "a donde tu mami" cuando va al cementerio. Por supuesto, sé que cada uno transita su tristeza como puede, lo que a mí me rompería aún más es quizá un poquito de consuelo para otras personas: ir a dejar flores, visitar una tumba puede ser una forma de sentir alivio para quienes ven la vida (la muerte) de otra forma. Y, a pesar de mi convicción o creyéndome fuerte justamente por ella, hoy fui al cementerio.

¿Qué hacer, a dónde ir cuando el mundo celebra el día de la madre y la mía ya no está? ¿Cómo sobrellevar sin ella una fecha que antes era tan linda? ¿Cómo despertar, además, el lunes sin correr a abrazarla por su cumpleaños? No tengo respuestas. Gente querida (o no tanto) me sugiere recordar solo cosas bonitas, los momentos buenos, la época en que mi ma estaba y estaba sana; no ha faltado quien me diga que debo ser realista, aceptar las cosas como son, pensar en mí y seguir con mi vida…, pucha, pero la gente querida (o no tanto) no entiende que no soy así de racional, que no puedo escoger qué pensar, que no programo mis emociones ni me interesa reproducir vivencias ajenas. Por esto fui al cementerio (y para acompañar a mi papi y a mis hermanas, y para dejarme acompañar por ellos y por mis tías), porque no tengo respuestas, porque no sé qué hacer, porque cuando creo estar mejor me derrumbo de nuevo, porque hace poco estuve en la playa y le traje una conchita a mi mami (siempre las recogía cuando caminábamos por la orilla del mar), porque ya no puedo darle ni esa conchita ni un abrazo ni nada, porque no puedo visitarla a ella y no me queda más que visitar una tumba fría.