Cierto, usted tiene razón: no hay salida.
Puede montar una bicicleta, pedalear hasta desfallecer, treparse en un avión, volar muy muy lejos. Puede abrir una, dos, todas las puertas y cruzarlas una a una. Puede saltar por la ventana (su ventana, mi ventana, la de ella, la de él). Puede no volver a entrar, nunca, a ninguna parte, en ningún ser.
Usted tiene razón.
No hay salida.
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