2021/10/20

Una semana, un día y doce horas

 Un día a la vez. Hace tres semanas, un día y doce horas me permito llorar siempre, un poquito, mucho, en silencio, sola, acompañada, en mi cuarto, en la terraza, en la sala, en la cocina, en el limbo. Un día a la vez. Me hago bolita, abrazo ropa, beso objetos, palabras, fotos, la mano que imagino sosteniendo la mía. Un día a la vez. Entiendo que esto es real, me enojo y creo que no puede haber sucedido, agradezco porque el dolor no se extendió, le reclamo a la vida los diez o hasta veinte años que siento que me robó. Un día a la vez. No sé cómo ayudar, no sé ni siquiera cómo lidiar con mi propio dolor, no quiero que me consuelen más, quiero que el mundo entero me abrace y me dé alivio. Un día a la vez, quisiera recoger sus cosas y compartirlas (como sé que habría querido), no quiero que nadie toque nada, que cada huella suya permanezca intacta, en su sitio. Un día a la vez. Me niego a ir a donde sé que ella no está, quiero ir a cada lugar que amó o que le podría haber gustado, Un día a la vez de lidiar con mi cabeza tan llena de recuerdos y de pensamientos tan lógicos que me resultan ilógicos para este momento. Un día a la vez, que no sabremos si habrá luego.

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