2021/10/10

Mi derecho a la tristeza

Aunque hubiese intentado llevar la cuenta, no sabría cuántas veces me han dicho que sea fuerte, en ocasiones incluso de forma imperativa: "Tienes que ser fuerte"; tampoco puedo calcular cuántas veces yo misma me lo he dicho mientras aprieto la mandíbula, los puños, los lagrimales y el alma. ¿Tengo que ser fuerte? Ok, entonces que me digan también cómo lograrlo. Y debo decir que valoro las palabras de consuelo, la empatía honesta, pero no "tengo que" ni "debo" enfrentar el dolor más grande de mi vida según lo que el resto del mundo demanda de mí.

Nadie es igual, cada ser tiene formas distintas de vivir y comunicar sus emociones, y a mí no me alcanzan la mente, el cuerpo ni el alma para transitar la tristeza infinita de ya no tener físicamente a mi mamita. Me duelen la panza, la cabeza, la rodilla izquierda, la espalda, tengo náusea, tos y un agotamiento físico que aunque duerma mucho no se me pasa; tengo momentos de aparente tranquilidad, a veces estoy de mal humor, a veces enmudezco, estoy sin estar, a veces me río o logro distraerme, pero ante detalles pequeños (palabras, objetos, situaciones, recuerdos) no puedo evitar llorar. Y sí, soy la hija y la hermana mayor, soy la sobrina de tíos amorosos que están sufriendo mucho, soy la man que toda la vida evitó llorar en público por cosas importantes (aprovecho películas, noticias tristes o videos tiernos para hacerlo sin delatar mis emociones por causas más profundas, más mías), pero nada de eso implica que en mí exista esa fortaleza obligada de la que tanto me hablan.

Tengo derecho a estar triste, mundo, tengo derecho a expresar mi tristeza de la forma en que necesite o pueda hacerlo, claro que quisiera ser la mitad de valiente o la mitad de fuerte de lo que fue mi mami, pero lamentablemente no es así; aunque pocas veces lo demuestre, soy mucho más vulnerable de lo que quisiera, me cuesta mucho enfrentar esta realidad-pesadilla, agradezco pero a la vez empiezo a sentirme fastidiada por los consejos o por los discursos hechos de personas a las que apenas conozco (las palabras amorosas de quienes sí me conocen y quieren, y/o de quienes sí apreciaban de verdad a mi mamita las valoro con el alma, aunque por momentos también me aturden)… Estoy tratando de mantenerme en pie (metafórica y literalmente, pues me levanto cada día aunque solo quisiera quedarme hecha bolita en la cama), pero desde hace algo más de un año la vida mía y de mi familia ha sido una tormenta, y lo peor de toda esta tempestad es que ya no puedo refugiarme en los brazos de mi mamina adorada.


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