2014/03/19

Seda

¡Gracias, Alessandro Baricco!



Caracteres japoneses.
Tinta negra.
Un papel doblado y escondido en la maleta.

Regresad o moriré.


Él lleva grabada en la piel la mirada de una mujer sin voz, sin tiempo, sin un nombre siquiera.
Ella se calla, pero su voz de terciopelo le pide en cada partida que vuelva.

Él cabalga, navega, camina para reencontrar esa mirada.
Ella se queda juntando los días para recobrar el sentido de su vida.


Regresad o moriré.

Él descuelga al amor que ha sido ahorcado en un árbol y, con las manos vacías, regresa.
Ella lo mira, lo abraza, lo abriga con su alma y calla, calla más.


Caracteres japoneses.
Tinta negra.
Siete hojas de papel de arroz guardadas en la chaqueta.

Sigue así, quiero mirarte
son hermosas tus manos, he soñado con ellas tantas veces
no debes tener miedo, estoy cerca de ti, ¿me sientes?
esto es la seda, ¿la sientes?
tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios
tal vez sea en tus ojos
tal vez sea en tu sexo
mi saliva descenderá por tu piel
hasta que al final te bese en el corazón, 
morderé la piel que late sobre tu corazón
y con el corazón entre mis labios tú serás mío de verdad
mírame, soy yo
quién podrá borrar este instante que sucede
tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios
quién podrá borrar esto
veo tus ojos que buscan en los míos
no hay final, no acabará
nadie podrá borrar este instante que sucede
no queda ya tiempo para huir ni fuerza para resistirse
tenía que ser este instante, y este instante es


Él flota, se entrega a la vida tranquila, a los años y a Ella.
Ella es feliz, pero su felicidad es pequeña, porque sabe que no es Aquella.



Ella muere en marzo, un día en que llovía. No nos veremos más, señor.

Él, Hélas.




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