2013/03/04

Huellas de mujer que hacen camino


Artículo publicado en la edición de marzo 2013 de la revista Vamos


El rol de la mujer en la sociedad ecuatoriana se ha diversificado, pero aún hay mucho camino por recorrer, una clara evidencia es el reciente proceso electoral de febrero. Seis de los ocho candidatos a vicepresidente eran mujeres; no obstante, la atención se centró en los candidatos a la presidencia, todos hombres, o en los dos candidatos masculinos a la vicepresidencia.

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  • La población del Ecuador está constituida en un 50.44% por mujeres, de acuerdo al más reciente censo de población realizado por el INEC (2010).


  • “En general, los cargos importantes en el sector público y privado son ejercidos por hombres. A las mujeres aún se nos ve como personal de apoyo” María Dolores Miño


  • La edad, así como su estado civil, número de cargas familiares y apariencia afectan la posibilidad de algunas mujeres de conseguir trabajo.

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“Detrás de un gran hombre está una gran mujer” se decía con frecuencia hasta no hace mucho, relegando así a las féminas a un eterno papel secundario en la historia. En Ecuador, la aplicación de esta frase era evidente incluso en el Código Civil: “en los años 70, las mujeres no podíamos representarnos a nosotras mismas, sino que necesitábamos la autorización de padres, hermanos o esposos”, comenta la antropóloga especialista en Género y Derechos de las Mujeres Saraswati Rodríguez. En dicho contexto, si bien muchas mujeres contaban con educación superior y algunas trabajaban fuera de casa, se asumía que no estaban capacitadas para ocupar los mismos cargos que los hombres.

Con la Ley de Cuotas Políticas, promulgada en 1998, se abrió un espacio antes muy limitado para la participación femenina en los cargos de elección popular: un porcentaje de mujeres debía ser parte de las listas. En 2008 se estableció la alternancia, es decir que por cada hombre optando por ser elegido debe haber una mujer. En cuanto a políticas públicas específicas para tratar asuntos de este sector de la población, “hasta 2009 el Consejo Nacional de la Mujer (CONAMU) era el órgano rector en materia de género en el país. En ese año, mediante Decreto Ejecutivo se ordenó que se iniciara un proceso de transición con miras a la creación de un Consejo de las Mujeres e Igualdad de Género”, explica María Dolores Miño, abogada especialista en Derechos Humanos y Relaciones Internacionales.

Sin embargo, el mayor nivel de inclusión de la mujer en la vida pública no ha significado la abolición de la discriminación y menos aún de la violencia relacionada con género. “El último informe del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU se refirió al tema indicando que los estereotipos de género colocan a la mujer en una situación de inferioridad, pues existe una brecha en la participación en el mercado laboral, así como existe violencia y abuso sexual en el ámbito educativo”, dice la abogada. Refiriéndose a la situación específica de Ecuador, comenta que “el último Índice de Desigualdad de Género, publicado por Naciones Unidas en 2011, ubicó al Ecuador en el puesto 83 de 187 países en cuanto a igualdad de género”.

Uno de los mayores conflictos con los que lidian actualmente las ecuatorianas es la violencia. De acuerdo con los datos que proporciona el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en su página web, seis de cada diez mujeres en Ecuador han sido violentadas ya sea psicológicamente, físicamente, sexualmente o afectadas en su patrimonio. “En ciertos casos las mujeres sufren una doble victimización, por ejemplo cuando pertenecen a minorías étnicas o grupos económicos vulnerables”, dice Miño. En 2012 se dispuso que las 38 Comisarías de la Mujer se conviertan en Juzgados de Violencia Intrafamiliar, con el fin de crear un sistema integral de atención a víctimas de violencia de género, lo que para la antropóloga ha significado “retroceder diez años, al menos” en materia de protección a la mujer, pues en el proceso de transición el trabajo se ha frenado.

Respecto a la discriminación laboral, Rodríguez expone que “el argumento para no contratar una mujer está vinculado con su tarea de madre y los costos en términos de salud sexual y reproductiva que esto implica, pues las mujeres que optan por la maternidad requieren seguro privado y un tiempo de lactancia”. Miño comenta que tanto la Constitución como el Código de Trabajo protegen a la mujer de un trato discriminatorio y más aún en periodos de embarazo y lactancia. No obstante –pese a las regulaciones- “existen aún diferencias importantes en cuanto al acceso al trabajo, el trabajo doméstico casi en su totalidad es realizado por mujeres y, de acuerdo al Comité de Derechos Económiocos, Sociales y Culturales, las diferencias en cuanto a remuneración siguen siendo notables” explica.

Pero, superando las trabas, cada vez son más las mujeres que incursionan en roles que no necesariamente descartan a los que la sociedad tradicionalmente les ha otorgado: hijas, esposas, madres. De acuerdo a la Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) más reciente -realizada por CONAMU, INEC y UNIFEM en 2005- en 1980 las mujeres que participaban en la actividad económica del país eran el 16.9%, mientras que para 2005 este porcentaje se incrementó al 33.5%; actualmente, el 47% de mujeres trabajan, en comparación al 71% de hombres en el mercado laboral, según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La EUT, además, dio a conocer que los hombres trabajaban al menos 18 horas semanales menos que las mujeres, en una medición que incluyó labores no remuneradas, es decir el trabajo doméstico.

Dentro de casa también se ha desbaratado el mito del “sexo débil”, si bien la fortaleza física y ciertas aptitudes son diferentes entre los géneros, ahora es mucho más común que se compartan roles o, ante la ausencia de una pareja, que las mujeres afronten solas responsabilidades como la crianza de sus hijos. Es que la mujer no se limita ni se detiene frente a los obstáculos, está consciente de que ha ganado terreno, pero aún falta mucho por hacer, así lo explicó en el siglo pasado la escritora y filósofa Simone de Beauvoir: “Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”.

Ingenieras, doctoras, policías, hay mujeres desempeñándose en las más diversas profesiones, aunque todavía hay un trecho por recorrer en cuanto a la asimilación cultural de esta realidad. “En el ejercicio del derecho, que es mi área profesional se ve mucho esto. Cuando vas a hacer un trámite y te tratan de “niña”, o “doctorita”, de alguna manera están menospreciando tu condición de profesional mediante actitudes paternalistas que finalmente pretender decir que no estás suficientemente calificada”, expone María Dolores Miño.

Muchas mujeres han sido protagonistas de la historia, entre ellas están Matilde Hidalgo, primera ecuatoriana en obtener un doctorado en Medicina y primera latinoamericana en ejercer el derecho al voto; la militante comunista y primera diputada en nuestro país Nela Martínez; Tránsito Amaguaña, símbolo del movimiento indígena y pionera de la educación bilingüe (kichwa - español) en nuestro territorio, y Mariuxi Febres Cordero, cinco veces campeona sudamericana de natación. Ahora, en el siglo XXI, miles de mujeres son parte de ese gran grupo femenino que ha decidido dejar su huella a cada paso.



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