2012/11/28

ASDF JKLÑ

Miraba fijamente al teclado, no se atrevía a posar sus dedos sobre él y mucho menos a apretar las teclas. Sabía que cada palabra que produjesen sus manos sería analizada como un ser en microscopio. No le molestaba tener los labios sellados, se había cansado de hablar, cantar, gritar frente a lo que -como tarde supo- era un muro construido con vidrios rotos; pero dejar de escribir... No. 

Empezó a deslizar suavemente su dedo índice derecho por la larga tecla de espacio, luego, con el índice izquierdo paseó por Q, A, Z. Este primer acercamiento fue decisivo: inmediatamente se colocaron las yemas de sus dedos en el orden correspondiente: ASDF JKLÑ.

¡Listo! por fin pudo empezar de nuevo, las palabras se fueron formando tan rápido como las concebía en su mente, casi casi parecían brincar directamente del teclado a la pantalla que simulaba una hoja de papel blanco. Sonrió: "escribir es como respirar", siempre dice, así que la Muerte que la mantuvo inmóvil por un rato, se espantó y dejó de besar sus labios.

Ahora escucha caer una lluvia buena, de esas que llegan justo en el momento en el que hay que lavar el alma con agua de cielo, y deja que sus dedos bailen al ritmo de las gotas para empezar a poblar páginas nuevas.


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