2012/11/25

25 de noviembre

Siempre pensé que no había peor defecto en una persona que la deslealtad: consigo misma, con los otros, con la vida. Ahora creo que la cobardía es igual o peor.

Conozco, por desgracia, a un ser de lo más cínico y cobarde que casi al principio de la historia (que, para su conveniencia, yo he imaginado) me habló de una ex suya que estaba tan loca que fue capaz de denunciarlo por maltrato solo para perjudicarlo... tan loca que lo abandonó sin más ni más cuando él la necesitaba... tan loca que ya no quiere verlo ni en pintura (en realidad dijo que era él quien no quería verla, ahora entiendo que es al revés). Al escucharlo, una alarma sonó dentro de mí, pero decidí ignorarla: gran error.

Es triste que la imagen construida por un ser que se muestra valiente detrás de una pluma o delante de una cámara, se destruya con un manotazo -en sentido figurado- con el que decide agredirte para intentar salvarse de sí mismo, ¡pero es tan bueno! Nada como quitarte las vendas de los ojos para ver las máscaras rompiéndose: eso es un punto de partida y, claro, un liberador punto final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario