2022/06/22

Mi conclusión de hoy (ayer, si soy estricta)

Cuando decidimos apostar por un extremo o creemos que el único punto de vista válido es el nuestro, hay cosas que no nos gusta leer, escuchar, presenciar; sin embargo, los hechos igual se dan, así como las lecturas de los mismos, las experiencias en torno a ellos, las opiniones que generan y la libertad para expresar tales opiniones… Por tanto, lo más sensato es –me parece– dar un paso más allá de los límites del credo que practiquemos (sea este político o religioso), permitirnos ser críticos ante todo respecto a aquello (aquellos) que defendemos ciegamente, ejercitar la autocrítica y, una vez admitidos y enmendados los errores propios a nivel individual y colectivo, señalar con respeto los ajenos. Es que si nos aferramos a doctrinas, a caudillos, a teorías sociopolíticas setenteras o a mandatos religiosos, olvidamos que la vida no se limita a nuestros pequeños círculos, que las personas no son mejores o peores según coincidan o no con ideas preconcebidas o etiquetas. 

Para convivir haciendo que palabras como "prójimo", "compañero" o "hermano" tengan un significado práctico, creo que es hora de aceptar de una vez por todas que la realidad –abstrayendo su complejidad y sintetizándola al mínimo– es como una moneda, y cada moneda tiene dos caras, negarnos a ver una de ellas no hace que deje de existir. Por ahora, lamentablemente, la moneda está girando y ambas caras se muestran igual de nefastas (tengamos ganas de aceptarlo o no); pero, a pesar del caos y la división, todas las personas importan y lo que unos u otros justifiquen o señalen no hace menos importante lo que pasa en la vereda de enfrente.

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