2022/01/07

El enredo de mis letras en un murmullo de abejas

Recibí El murmullo de las abejas a finales de julio, como regalo de mi cumpleaños de 2021, y leí este libro como casi todos, esto es de muchas formas: recostada en mi cama, caminando en la terraza, sentada en la sala, extendida de panza mientras tomaba sol, sola, en silencio, en la sala de espera del dentista; lo leí de a poquito y a grandes sorbos, subrayándolo con el color más parecido a la miel que hallé en mi bolso de lápices; lo leí de mil maneras pero hay una que me hará recordar a esta novela para siempre: varios de los capítulos los leí mientras me acompañaba y acompañaba a mi mamina.

Dicho lo anterior, queda claro que no hay forma de que pueda hacer un comentario objetivo sobre la obra, o tal vez podría, pero no pretendo intentarlo, porque si bien trabajo con libros, también vivo con y por ellos, y es este último criterio el que escojo para referirme a la segunda novela de la mexicana Sofía Segovia.

No sé con exactamente cuándo empecé a leer esta obra, calculo que en septiembre o quizá agosto, también sé que justamente desde septiembre no volví a abrirla sino hasta hace poco: si bien los libros me salvan con frecuencia, el alma rota no me permitía intentar salvarme; así que Francisco chico y Simonopio debían esperar pacientemente, tal como se esperaron el uno al otro entre naranjos, abejas, la vieja mecedora de la nana Reja y la magia de ese realismo tan latinoamericano que acunó su historia.

Ya en este punto de mi escrito queda claro que no sé por dónde ir con él o si llegará a algún lado, es solo que hace poco adquirí la costumbre de escribir algo sobre cada libro que leo, así que quería hacer ese ejercicio también con esta novela, porque la disfruté, porque me acompañó en una etapa muy difícil, porque su última página sirvió de remplazo a la libreta de mi mami (que en su última etapa se comunicaba por escrito y con gestos), porque retomarla no fue fácil pero no quería dejarla inconclusa, porque me la regaló mi prima Verito (que también le regaló la libretita a mi ma), porque también la está leyendo mi tía Nancy (quizá la terminó antes que yo), porque "lo más agudo de la crisis de influenza española dejó en todos los sobrevivientes de Linares y del mundo entero cicatrices imposibles de sanar y huecos imposibles de llenar", al como nos pasa (y sobrepasa) con la peste de covid-19 desde hace ya casi dos años…, porque de todos los escapes y escudos posibles, escojo el murmullo de las letras-abejas.

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