2020/10/09

Rotos

 No nos rompió la pandemia: estuvimos siempre rotos. ¿Qué hacer con los pedazos? En eso sí ha intervenido la pandemia: antes pocos nos aceptábamos quebrados, las piezas estaban amontonadas y nos acostumbramos tanto a la informa que ya no nos dábamos cuenta, ahora sabemos que somos un manojo de retazos con el riesgo de enredarse o perderse ante cualquier viento o sacudón…


Encerrarnos nos ha lastimado y también nos ha sanado; no tuvimos más opción que alzar la mirada en varias de las miles de veces que pasamos frente al espejo, no nos quedó más que vernos, primero muy de fuera: alguna cana nueva, una arruguita, una mancha de sol…, luego el espejo se volvió imán y nos obligó a mirarnos más de cerca, a enfrentar al ser que traspasa cualquier reflejo. Ahora nos conocemos más (tal vez a los otros inmediatos, seguro a nosotros mismos), ahora duelen más los dolores añejos y saben más dulces los detalles que solíamos dejar pasar. Ahora estamos más solos que nunca y, a la par, estamos más auténticamente acompañados por los amores reales.

La pandemia no nos rompió: nacimos rotos (como sociedades y como individuos) por herencia, por decisión propia nos mantuvimos así. ¿Es tarde para reconstruirnos? No lo sé, pero sé que yo elijo honrar cada una de mis partes, tratar de darles un sentido, y procurar no quebrar más a los otros seres fragmentados.

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