2021/06/05

Me lío y me deslío

Ayer estaba muy sensible, con una tristeza de esas que no tienen motivo (bueno, en mi caso sí que hay un motivo, pero es algo permanente que trato de que tenga menos protagonismo que las cosas buenas), no me hallaba y lo único que pude hacer para tratar de equilibrar mis emociones fue echarme de panza en la terraza para leer un poco. Había sol y también viento, volaba mi pelo como las páginas de mi libro, así que en un intento por ver el caos de lo que fue un intento de peinado (intento nomás, no me llevo muy bien con esas artes embellecedoras), agarré mi celu, puse la cámara en modo selfie, y ya en ese punto "clic". Me quedé un buen rato mirando mi foto (me gusta más tomar fotos que aparecer en ellas), vi ojeras, vi un intento de sonreír, vi una especie de ira y de tristeza en los ojos (ya me habían dicho que tengo la mirada triste), vi que mi piel está triste también, vi que necesitaba ver todo eso y que si estaba peinada o no era lo de menos. ¿Qué hice entonces? Subí la foto a los tales estados de WhatsApp.

"Dichosa tú que puedes despeinarte y tomar el sol", me escribió una amiga a la que no veo desde hace muchísmo antes de que empiece la pandemia; le respondí cualquier cosa (en buen plan), pero me quedé con esa frase, con su interpretación de mi autofoto y su necesidad de comunicármela… Dichosa yo, sí, a veces, no tanto en los últimos meses y especialmente no ayer desde la madrugada hasta el final de la tarde; puedo despeinarme y tomar el sol, sí, todas podemos, todos, ¿por qué no hacerlo?, ¿qué le impide a mi amiga darse esos "lujos" y exponer que yo –sí– puedo? Quizá si le preguntase (no voy a hacerlo, creo que no tiene mucho sentido porque yo sola me engancho con cosas que para el resto carecen de importancia), me diría que no tiene tiempo, porque trabaja en línea, porque tiene un hijo universitario y otro de primaria, porque imagino que ella se encarga de la mayor parte del trabajo relacionado con su casa y su familia, porque creo que cuida de su papá, porque su esposo también le demanda atención…, mientras que yo soy la no-oveja del que solía ser nuestro grupo de amigas del colegio (éramos físicas, solo yo me desvié del camino de los números y terminé siendo literata), la freelance, la que ni siquiera sabe cómo usar un secador de pelo…

Y en este punto, luego de imaginar hacia dónde podrían dirigirse las respuestas a una también imaginaria pregunta, entiendo que lo que al principio interpreté como un posible prejuicio (imaginario, una vez más, porque yo me hice esa novela solita), me doy cuenta de que lo que en realidad me dejó con ganas de ahondar en un mensaje tan simple es todo el mambo que tengo yo en la cabeza y la cantidad de ideas y emociones opuestas que llevo dentro últimamente. Me hizo ruido que mi amiga de la adolescencia notara mi pelo alborotado pero no la expresión de mi cara, me dejó un sabor extraño que ese comentario viniera de la única con la que mantengo contacto frecuente (aunque sea solo virtualmente) de mis panas de secundaria, una de las más cariñosas, una de las que me sostuvieron con infinita delicadeza y respeto durante una crisis feroz, una de las que trató de evitar que yo me alejara. Creo que ayer, si ella me preguntaba qué me pasaba, seguramente le habría contado todo, porque ayer era uno de esos días extraños en los que necesito que nadie me diga nada y, a la par, que alguien me abrace muy fuerte o al menos me escuche hasta que se me acaben las palabras.

En fin, lo bueno de hacerme lío sola es que sola debo hallar la forma de desliarme, y en ese proceso dejo de pensar por un rato en eso que me impulsa a meterme en mi caparazón hasta recordar que si otros no se pueden dar el lujo de tomar el sol, yo no puedo darme el lujo de estar muy sensible y experimentar a mis anchas una de esas emociones "que no tienen motivo"… 

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