2021/06/28

La novela de Leonora

 La trompetilla acústica pudo ser una historia realista sobre una mujer de 99 años abandonada por su familia en una residencia para ancianas; pudo serlo, pero no. La genial Leonora Carrington no solo pintó mundos surreales, también los escribió y este es el caso.

Entre la juventud de su espíritu y las ocurrencias de su amiga Carmela, Marion Leatherby pasa los días en el cuarto de atrás de la casa de su nieto. Si bien no recibe muestras de afecto por parte de su familia, e incluso es maltratada por su bisnieto, ella se mantiene firme con la ilusión de regresar a Laponia y ocupa su tiempo en múltiples quehaceres, como cuidar de sus gatos, alimentar a la gallina colorada o visitar a Carmela para escuchar las cartas en las que cuenta a destinatarios desconocidos lo que su imaginación le dicta. Nada poco usual, como tampoco lo es el hecho de que fuese casi sorda, razón por la que su amiga le regala una trompetilla acústica.

Dado que el nombre de la novela coincide con el del aparato que Marion usa para escuchar, parecería que la trama se desarrolla a partir de ese aparato, pero en realidad la narración no obedece a ningún estándar, pues ya se ha dicho que su estilo corresponde al mismo que desarrollo Leonora como pintora: el surrealismo. No es mi intención "espoilear" el contenido del texto, por lo tanto solo diré que la fantasía va creciendo conforme avanza la lectura, llegando a un final que bien podría haberse resuelto como un sueño de la protagonista o quizá una alucinación, producto de algún caramelo o bebida de los que acostumbraba a brindarle Carmela, pero no: parte del encanto de lo surreal es que no requiere de la lógica ni de ningún patrón que pueda acomodarse a las expectativas tradicionales de cualquier lector.

En este punto debo comentar que conocí a Leonora Carrington como personaje antes que como pintora y escritora. La lectura que hice a finales del año pasado de la biografía novelada Leonora, de Elena Poniatowska, me dejó absolutamente encantada con ese ser que conjugaba sensibilidad, creatividad, talento, valentía e inteligencia; a partir de ese libro exploré –vía internet, que es lo que ahora tengo al alcance– algunos de sus cuadros, supe que hay en México un museo dedicado a ella-pintora y decidí que tenía que leer su narrativa (y en versión impresa, que es con lo que me siento cómoda). Empecé entonces mi búsqueda en las páginas web de librerías locales: la Rayuela tenía un ejemplar de una de sus obras (que yo asumí era un conjunto de cuentos, no sé por qué) y eso bastó para que vaya por el volumen editado por Fondo de Cultura Económica; la primera sorpresa fue que el libro incluye láminas de ocho de sus cuadros, la segunda fue que se trataba en realidad de una novela.

Y bueno, con lo comentado en el párrafo anterior, queda claro que empecé mi lectura un gran prejuicio: si Leonora era la autora, ya amaba la obra. Muy lejos no estuve, pues confieso que me fascinaron Marion y Carmela, disfruté cada uno de sus diálogos, sus pensamientos y ocurrencias. Cuando en la novela se insertó otra narración, no estaba segura de hacia dónde se dirigiría todo, pero también disfruté de los detalles mítico-legendarios, así como de la avidez de Marion como lectora (aunque aquí hallé una pequeña inconsistencia, pero no creo que sea relevante, sobre todo porque bien podría tratarse de una omisión en la traducción) y de su postura crítica-feminista ante la historia que había llegado a sus manos.

Si bien en la novela todo tiene un porqué, pues el surrealismo evidencia "la razón de la sinrazón", admito que este estilo me es más familiar en la poesía, por tanto en un momento pensé que ya todo era muy disparatado, pero el retomar algunos párrafos de las primeras páginas le devolvió la paz a mi estructurada (?) alma de lectora y aprendiz de editora. Debo decir, además, que en la helada noche de pandemia en que escribo esto, voy encontrando aciertos en la clarividencia de la escritora que se presenta en la novela por medio de distintos tipos de voz narrativa.

¿Recomiendo la lectura de La trompetilla acústica? La recomiendo tanto como Leonora, pues son especialmente coloridas las letras concebidas entre las pinceladas de una mujer-bruja (en la más bella de las concepciones), y quien piense que magnifico a la autora sin mayores argumentos, que no me crea a mí, pero sí a don Octavio*: "Leonora Carrington no era una poeta sino un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sonrisa que se convierte en un pájaro, después en pescado y desaparece".


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*Paz, don Octavio Paz

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