2021/03/30

De dolores y de tiempos

El cuello, la espalda, las manos, la rodilla: dolores que se suman a la palpitación del párpado, las ojeras, la "necesidad" de comer más y más en la noche. Un sumario, una lista de cosas que pasan pero pasarán (y ya no importa tanto si no pasan), un recuento de las huellas que va dejando la vida, la pandemia y su desvida, el miedo, la angustia, la impotencia y la obligación de sobreponerme a pesar de todo eso, porque todo eso es mínimo, insignificante, lo que sí importa es lo que me pone de pie cada día, lo que da fuerza a mis manos, lo que me ayuda a respirar profundo y a tratar de ser más paciente, lo que me duele en el alma pero a la par me da un motivo para agradecer cada día.

Hace un año y días me enfrenté con uno de mis mayores temores y pude agradecer porque se me concedió una de mis principales súplicas: que si llegase a pasar alguna catástrofe, estuviese con toda mi familia. Hace dos meses y días se me partió el corazón en dos, pero al mismo tiempo descubrí que esa fractura del alma permitió que salga a flote la fuerza que nunca creí tener. Y sí, el dolor no para, pero estoy aprendiendo a vivir con él, porque esa herida mía la produjo el más grande amor, el más honesto, el único que cumple a cabalidad aquello de "para toda la vida". No sé cuánto tiempo más le tenga que sumar a ese año y días, espero que poco; no sé cuánto tiempo más le pueda sumar a esos dos meses y días, espero que mucho, que todo… Y yo que siempre me llevé tan mal con el tiempo, hoy solo le pido que sea mi aliado, que me perdone el poco caso que le hice, que corra solo para alcanzar lo bueno y, para todo lo demás, vaya despacito.

Y ya, eso nomás sería.

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