Hace mucho que no escribo sobre mis lecturas. Hace mucho que no leía con tanta emoción. Hace mucho que no leía tanto. Hace mucho que no escribo.
Hace mucho, hace tanto que el tiempo se volvió tan poco.
Enroscada en los silencios de la Luna entera, me pregunto cuánto de eco es lo que presiento a lo lejos (lejos: distancia elegida por el bondadoso tiempo).
Que sean realidad mis palabras, tanto como mi silencio: a ese eco lo doy por cierto y abrazo su palidez sin miedo, beso su frente tibia y lo suelto con un mensaje bordado a fuego.
Que se calme tu mente.
Que sepa hallarse tu espíritu.
Que tu cuerpo recupere la vida (vida: lo negado a otros cuerpos al imaginarlos vacíos).
Un día menguará la Luna, quizá entonces en la oscuridad logremos vernos.
¿Qué buscas?
Las respuestas están en el lugar del que huyes siempre, en los ojos de los que te escondes, en la voz que no quieres escuchar.
¿Te buscas?
Te regalo una certeza: sí, estás en estas líneas, en un poco de la rabia que tiñe a mis palabras, en la ternura ausente, en la paciencia que no es más.
¿Me buscas?
Aquí estoy, en las letras que escudriñas.
Aquí soy, ¿puedes verme?
Soy viento y me respiras, soy lluvia (para ti lejana) cantarina.
Quizá no te des cuenta, pero vas por buen camino: encuentra, encuéntrate. No me busques más.